domingo, 22 de junio de 2008

¿QUIEN SOY?


¿Qué persona soy? Creo que a todas las personas les llega un momento en su vida, en el que su mente hace esta pregunta automáticamente.
Y el mío ha llegado…

Soy una persona que he terminado deambulando por los sentimientos antojados de ciertas personas. De un corazón a otro. Pero sin el mío.
Una persona que ha sabido callar, más que hablar. A observar y mantenerme distante.
Porque me he convertido en una persona fría, independiente y reservada. Mis sentimientos, aunque parezca que no, están muy dentro.
Una vez regalé la única llave que tenía, para poder acceder a mi corazón. ¿Mal regalada? No. Lo sentí de verdad. Una llave, un candado… ¡qué tontería! Pero era mi corazón.
Sí. Esto es para ti. Otra vez. En ese momento en el que sentiste esa llave fría, esa tontería de niña de quince años, sentiste mi corazón, lo puse en tus manos. Y tú lo utilizaste a tu antojo. Te di ese capricho. Lo tiraste. Pero yo te di ese derecho.
Y tú, elegiste ese final.

Y de ahí viene mi propio juicio sobre mi personalidad. El cuerpo después de la muerte, sin alma, se queda frío. Ese fue el resultado de tirar mi corazón. Y como tú bien dices, sólo hay una oportunidad. Yo sólo tengo un corazón. Y lo di por completo.
Llevo el odio tatuado dentro de mí. Odio por haberte conocido. Que el destino te pusiese en mi camino. Odio por haber sido el único que entrase en mi corazón. Y dicen que el primer amor nunca se olvida, yo no te olvido. Yo te tengo presente a cada momento. Y a cada paso que doy en mi vida, indirectamente pregunto al aire por ti, “esperando” que el viento te lleve mis palabras y con la misma sutileza me devuelva tu respuesta, como agua de mayo.
Odio por amarte o por odiarte. Creo que es de las pocas cosas que no tengo claras en mi vida. Y tengo la sensación de que mi último pensamiento de cada día, eres tú. Por lo tanto el primero con el que me levanto. Y además muchas veces mi subconsciente me traiciona, y termino soñando contigo. Y estoy harta de negarlo. Negármelo a mí misma. Que te quiero. Que a mis quince años perdí. Jugué sin trampas. Sin ningún as en la manga. Esa fue la diferencia entre tú y yo. Tu experiencia en esos casos. Y el hecho de que no me enseñaras lo que tú sabías.
Odio por perder. Odio porque no me creas. Y te lo juraré siempre. Que te quiero. Que algo me desgarra por dentro cuando pienso en ti. Nadie alcanzará a sentir por ti, lo que yo siento. Ese es mi ODIO.
Los sueños, ilusiones. Mis sentimientos, espejismos que nadie sabrá si son reales o no. Porque después de todo, aprendí a mentir. Y eso es lo que me mantiene a flote. Si, a flote.
Que me lío con quién. Que hago qué. Que hablan de mí. Quién. Cuándo. Cómo. Qué me cuentas. No sé nada.

Y vivo, llevando mi cruz. Esa cruz que es el deseo. El deseo de tenerte. Como tú me tienes a mí. El deseo de que me desees. El deseo de que sueñes conmigo.

Soy esa persona que no dejará huella cuando muera. Y que no quiero dejarla.
Y me reencarnaré en el mismo odio. Eso es lo que me dejó esta vida.

Por lo demás, vivo el momento. Sólo quisiera escapar. Pero no puedo. Porque de lo que quiero escapar no hay lugar libre. Es más, tú me seguirías en mi mente a cualquier lugar del mundo.

Escapar de mi mente, de mi alma…

Sigo en las mismas… ¿Qué soy? ¿Quién soy?





___________________________***klara***

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues la verdad, he estado leyendo tus textos y me siento sorprendido y a la vez contento, me explico, sorprendido por ver que hay gente que piensa, que se pará analizar y observar lo que pasar a su alrededor, no solo a “ver” las cosas. Por el otro lado, me siento contento porque todavía veo que hay un mínimo de cordura y de gente que pese a nuestra edad utilizan el cerebro más allá de para pensar que se van a poner o a donde van a ir este fin de semana.
Suerte con lo tuyo y sigue escribiendo, pensando, observando y plasmando las cosas así.

Paz…Sinequanon