jueves, 3 de enero de 2013

Cuando no comprendo nada. Y nadie me comprende a mí.


En días como estos en que se juntan, las nubes, el cielo gris, mi mantita y un café…
Se avecina un texto de los míos. Largos y extensos, difíciles de leer y de digerir.
Mas cuando escucho palabras, que mi cerebro no es capaz de comprender. Y lo poco que entiende, sabe de la poca solución de cambiar, puesto que los golpes de la vida me han hecho ser como soy, y de lo malo se aprende, para SIEMPRE.
Sinceramente, sí hay palabras que han tocado ahí un poco en el fondo.
Porque para qué me voy a engañar, hay gente que sí observa. Para bien…o para mal.
Hoy por hoy, no voy a cambiar mi personalidad por nada del mundo, así caiga en picado. No sé, si el día de mañana pegue un giro y cambie por completo.
A día de hoy, sigo pensando que la vida es un juego, y hay que jugar.
Algunos juegan para ganar, otros juegan haciendo trampas, con ases en la manga, hay quien juega con maldad, y personas que como yo, juegan para verlas venir, porque piensa que el fin es el mismo para todos, aún sin saber cuando llega. Pero el fin es el fin, y no te llevarás nada de aquí.
Escuchando la palabra ambición me entra la risa.
Jamás he sido ambiciosa. No encaja nada conmigo. Y por mucho que quisiera ser un poco ambiciosa sé que no lo conseguiría. Porque me conformo con lo que tengo que ya es bastante. Hay gente que, joder…. No tiene ni la mitad que yo.
No vivo, para ser, ni por ser, ni por nada. No vivo.
Sobrevivo. Y lo diré mil quinientas veces si hace falta. Si hay gente que puede vivir con menos de lo que yo tengo, por qué yo no.
No necesito absolutamente nada.
El día que las estrellas, que mi estrella se apague, entonces ese día habré perdido todo.
Pero ya no me hará falta nada.
Como ya dije en otro texto, “Nadie en este mundo lograría entenderme….”
Y sigo pensándolo.
Por más que escriba es imposible.
Escribiendo… Hablar no sé me da bien. Nunca se me dio bien. No me gusta hablar. Y con el tiempo aprendí que prefiero guardar mis fuerzas y aprovecharlas en otras cosas más productivas.
Hay cosas importantes en el día a día, y que por más que te esfuerces nunca vas a verte recompensada. Y qué le vas a hacer. Nadie va a apoyarte en nada.
Yo estoy sola.
Porque yo soy yo misma. Yo misma con mi vida. Yo misma con mis circunstancias. Yo misma con mis compañías. Pero yo. Yo sola.
Sola en la vida aprendiendo. Sola perdiendo. Sola soñando. Sola sintiendo.
Porque no hay más pobreza que lo que siento, ni más riqueza que lo que pienso.
Aunque sienta mucho y piense poco…
Y cualquier cosa de las dos no valga para nada.
Pero al parecer nada de lo que hago sirve para algo.
Se me hace un nudo en el estómago, cuando tengo recuerdos de antes…
De cuando sabía querer, de cuando sabía reír, de cuando sabía que podía ser alguien.
Pero era alguien para personas que ya no están. Personas que parecía que creían en mí.
Que parecía incluso que me querían.
Y ya no están.
Personas que lo hubieran dado todo por mí. Y yo no supe valorarlo.
Y ahora valoro que me siguen dando fuerza, desde donde están. Para poder vivir sin tener que llorar todos y cada uno de mis días.
Ansío cada día, que sea el último.
Que sí. Lo ansío.
Así es. Porque, sinceramente, no me gusta, donde vivo, ni lo que vivo, ni lo que pienso, ni lo que siento.
Siento mi objetividad extrema. Lo siento de veras.
No quiero ser pasto de esta sociedad descerebrada. No quiero ser la comidilla de empresas ni bancos corruptos, que sólo buscan su bienestar. No quiero ser otra persona más en este mundo que gira desorbitadamente, en una onda de mentira, falsedad, que ha quebrado todo lo bueno que teníamos y lo ha convertido en mierda.
Quiero, ser libre. Quiero contemplar las estrellas cada segundo. Quiero respirar aire puro.
Quiero que se pare el tiempo. Y vivir por siempre, sin recuerdos.




______________________________***Klara***



No hay comentarios: