jueves, 20 de agosto de 2009

*UNA NOCHE DE AGOSTO EN LA QUE LOS GATOS SON BLANCOS Y LOS MURCIÉLAGOS PELIGROSOS*

Esa noche las estrellas me esperaban.
Sabían que necesitaba contemplarlas, necesitaba su compañía, y evadirme un poco, sólo un poco aunque fuese, de mis dudas, mis pensamientos, y mi resentimiento.
Así que con el caos que tenía presa mi mente, me deslicé sobre la cama, me acerqué a la ventana, (la que abrí con ganas debido a la sofocante noche de agosto), y levanté la persiana.
Noté la brisa suave y fresca de la noche. Fue un verdadero placer.
Observé las estrellas con detenimiento. Y ellas me observaban a mí.
Tuve la sensación de que incluso a ellas les daba lástima verme así…
Al cabo de un rato, cuando terminé de encontrar mis estrellas favoritas, que las tengo, bajé la mirada al suelo, y contemplé la calle muerta.
Solamente me acompañaban un gato, que aunque no sea supersticiosa, di las gracias a que fuese blanco, porque dadas mis rachas de buena suerte, no me puedo permitir el lujo de andar arriesgándome; y las luces de las farolas, que como yo, caían rendidas a la noche sin poder dormir.
Mi dolor de cabeza era imperdonable.
Me dediqué a mirar el desconfiado gato vagabundo. No me gustan los gatos, aunque si supiese que realmente la teoría que dice que vivimos más de una vida es verdad, hubiese puesto la mano en el fuego de que yo antes he sido gato.
No por vagabundo,…, si no por la desconfianza.
En el pasado, y ahora, con más fuerza, pienso firmemente que la desconfianza es buena para todo y para todos.
Y sé, que seguramente mucha gente tenga el pensamiento contrario, y no discutiría por ello nunca, dado que no seré yo la persona a la que cojan todo el brazo cuando dé sólo mi mano.
Allá cada uno con sus extremidades…
Los gatos también son solitarios, insociables. En eso también me parezco a ellos.
Tanto, que cuando me quise dar cuenta, hasta el mismo gato me abandonaba, trotando por la acera, dándome la espalda.

Volví a zambullirme en mis asuntos, esos que rondan siempre en mi cabeza.
Esos que ya cansan contarlos y leerlos, sobretodo a aquellos lectores que leen mis textos.
Si, esos lectores insensatos o quizá aquellos que les guste arriesgar su mente, leyendo textos inauditos, inigualables y a veces, incluso indecentes.
La brisa fresca me azotaba los hombros.
Por una parte me quitaba el poco sueño que tenía, pero por otro lado controlaba mi excesiva temperatura.
Me sentía bien. Me arropaba el manto de estrellas infinito, y con eso me bastaba.
No se veía un alma. Mas diré, que preferiblemente prefiero no ver ningún alma por la calle, que ver almas desgastadas y rotas por el día.
Pasa el tiempo, y me doy cuenta de que mi pena avanza constante e incansablemente con el paso de los días.
Pena por ciertas personas que veo por la calle, ya sean vagabundos, enfermos o gente que no puede valerse muy bien por si misma, que dicho sea de paso, aunque sean más o menos felices o lo lleven como puedan, no hay derecho que la vida trate tan injustamente a las personas, dándole mucho a algunos y nada a otros.
Y sobretodo y ante todo, mi pena hacia los animales. Diría casi de fijo, que aunque nunca llore en público, sería esa pena hacia animales maltratados por lo que la gente me viese llorar más de una vez.
No entraré mucho en el tema, porque tendría para largo, sobretodo si hablo de esa mierda de fiesta nacional que hay en nuestro país, que me es imposible de ver, incluso aunque sea un minuto, si pongo las noticias.

Otro soplo de viento me hizo regresar de mis pensamientos, cuando vi revolotear cerca de mi ventana, varios murciélagos. ¡Qué repelús!
Fueron ellos los culpables de que entrara otra vez en mi calurosa habitación, cerrando casi del todo la ventana tras de mí, no fuese que a alguno de esos bichos les diese por entrar conmigo a dormir, y os aseguro que no sería la primera vez que me dan un susto.

Me dejé caer en la cama. Y cerré los ojos pensando si sería capaz esa noche de dormir algo, dejar mis tortuosos pensamientos a un lado de mi cerebro, y pudiese soñar con algo, ya fuese, vagamente dulce o por lo menos algo que no me hiciese dar vueltas en la cama.
Me hubiese gustado contaros si fue bueno o malo, pero no es posible.
Sólo diré, que no sé si fue el cansancio, pero cerré los ojos y no me acuerdo más que desperté por la mañana, recordando lo que viví esa noche, y con ganas de escribirlo en mi blog.
Que no sé si os gusta, pero que a mí, he de decir, me encanta.






__________________________***klara***

7 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta arriesgar mi mente!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

se que la brisa soy yo y que esa noche soñaste conmigo.... :p jijijijij

Lady dijo...

STOP BULLFIGHTHING ABOLITIONNNNNNNNNNNNNNN

SkyMoh dijo...

"Si, esos lectores insensatos o quizá aquellos que les guste arriesgar su mente, leyendo textos inauditos, inigualables y a veces, incluso indecentes."

Gracias por la mención, y por entender todo lo que ponemos en juego jajajaja y por cierto a ver si de verdad escribes uno indecente(o más) por que todavía lo estoy buscando... jejejeje

Por cierto está chulo pero los tienes mejores a mi gusto. (Y eso que prometía al principio de leerlo)

See you soon...

Edel dijo...

"Observé las estrellas con detenimiento. Y ellas me observaban a mí" mola

Edel dijo...

"...no hay derecho que la vida trate tan injustamente a las personas, dándole mucho a algunos y nada a otros..."
No stoy d akuerdo. No creo ke a unos los trate muy bien y a otros muy mal. A todo el mundo le pasan cosas malas, se les mueren familiares etc etc

Edel dijo...

no te gustan los murcielagos? son monisimos, a mi me enkantan tienen unos dientitos de vampiro,mas monos